No se puede solucionar el problema tan serio de fracaso escolar que tenemos en España, sin tener claro cómo deberían ser las bases fundamentales del proceso educativo. Esos fundamentos hoy, son totalmente ignorados (en el mejor de los casos) o despreciados (en el peor).

La clave para entender la evolución de la persona en relación a la edad, es comprender la diferente naturaleza de la enseñanza según el momento. Y que difícilmente se puede pasar a la siguiente fase sin tener asentada y clara la anterior.

La primera fase, la fundamental en la estructura personal y psíquica de la persona, es la educación primaria. Educar significa etimológicamente “llevar de la mano” al niño. Corresponde a los padres ese llevar de la mano. De ellos es la responsabilidad fundamental en la creación y descubrimiento del sentimiento de lealtad. (Lealtad a la palabra dada, a los propios padres, a los amigos, a su entorno etc). Es un error de consecuencias trágicas en el futuro de esa persona y de la sociedad que la persona crezca sin ese amor de saber , sin ese impulso  natural de búsqueda de  la verdad y sin ese compromiso por conseguir proyectos de forma firme y leal.

La siguiente fase corresponde a los maestros y es la fase de la enseñanza. Una vez ya educados, los maestros deben ser los ejemplos que formen en el amor al saber en las diferentes materias. Debe existir un vínculo de amor, servicio y compromiso con la materia dada. Solo así el niño (de 6 a 15 años) podrá sentirse realmente comprometido con lo que hace.

La última fase es la instrucción. Esta fase puede ser más o menos amplia, más o menos difícil dependiendo de la andadura académica o profesional que la persona escoja. En este punto, es indispensable la calidad y existencia de diferentes instituciones (Universidad o centros de estudio)

Todo este largo proceso tiene un fin. Crear personas completas, creativas, desarrolladas en su máxima potencia y hacer una cultura mejor a la que había.

platón y aristóteles